martes, 26 de julio de 2011

Noche en la mansión

Estaba terriblemente enfadada con ambos, ¿cómo habían sido capaces de hacerme algo así?, pero a la vez estaba muerta de miedo. Lo peor de todo es que me tocaría dormir sola, en esa vieja casucha... Me entraban escalofríos solo de pensarlo. Pasaría la noche sola, dando vueltas sin poder dormir. A no ser que...
-Oye, Lea- dije mientras le cogía de un brazo y nos alejábamos de Ioru,  ¿te importaría si duermo contigo?
-Eh, pues... lo siento Kyoko, pero no me gusta dormir con nadie, me siento realmente incómodo.
Mi gozo en un pozo. Lea era la opción más rentable. Me tocaría decírselo a Ioru y eso me dañaría el orgullo profundamente.
Solté la mano de Lea, despacio, no quería que pensara que me había enfadado por algo así, aunque así fuera. Me fui acercando con la cabeza gacha hacia Ioru, quien estaba perdido en sus propios pensamientos. Pensé de qué manera podría parecer cordial con él, pero era algo casi imposible. ¿Yo cordial con Ioru? ¿Dónde se había visto? Pero si quería dormir con alguien, no me quedaba más remedio. Al fin y al cabo, Ioru era mucho más fuerte que Lea y me podría ofrecer una gran protección. Además, otra idea inundó mi fantástica mente, una manera de la que me sentiría protegida hasta del mínimo insecto.
-Ioru, ¿podemos hablar un momento?
-¿Qué me vas a pedir, Kyoko?- preguntó asustado.
-¿Por qué he de pedirte algo? ¿No puedo hablar contigo sin pedirte nada?
- Me has llamado por mi nombre, con eso lo digo todo.
-¿Qué?- entonces me di cuenta de que llevaba razón, ¿ cuándo había dejado de ponerle motes?- Bueno, tú también me has llamado por el mío, así que no te quejes.
Ioru soltó una risilla por lo bajo.
-Bueno, ¿qué quieres?- preguntó.
- Es que... en fin... yo...- empecé a quedarme en blanco- me preguntaba si puedo dormir contigo. Al fin y al cabo has sido tú quien me ha metido el miedo en el cuerpo.
-¿Qué?- gritó con cara atónita- ¿No puedes dormir tú solita?
-No- dije apenada- me has metido miedo.
-Kyoko, era solo una broma.
-Me da igual, en mi mente no.
Ioru soltó un suspiro de abatimiento, se agachó hasta que se puso a mi altura y me puso una mano en el hombro. Miré su cara serena durante un instante, era imposible mirarle a los ojos a ese hombre más de dos segundos, si pasaba uno más seguramente me quedaría tonta. Ioru, para mi sorpresa, asintió. Su cara estaba totalmente relajada y así era condenadamente guapo. Hice un gesto de agradecimiento y me alejé de allí.

Antes de irnos a dormir, nos reunimos todos junto a la maqueta de la ciudad. Me preguntaba cómo se llamaría, pero no era el momento, ya bastante había hablado ese día con Ioru sin decirle ninguna barbaridad. Estaba perdiendo facultades.
-Mañana nos reuniremos aquí a las ocho en punto, ¿entendido?
-¿Me vas a hacer madrugar?- pregunté indignada.
Ioru ignoró mi comentario y Lea simplemente asintió mostrándose conforme con la decisión.
Lea se marchó a una habitación y nosotros a otra. El problema es que no había cama ¿dormiríamos en el suelo? Efectivamente. Nada más traspasar el umbral de la puerta Ioru se tumbó en el suelo, en posición fetal. Sin decir nada me tumbé a su lado, dándole la espalda, sin embargo estábamos en la misma posición.
Mi lengua ese día había hablado solo y lo haría de nuevo en breves momentos a pesar de mi contención.
-Gracias por dormir conmigo,- dije en voz baja-Ioru.
El cuerpo de mi compañero dio un respingo. Yo solamente sonreí levemente. A pesar de nuestras diferencias, Ioru era un buen tipo, pero de ahí a que lo fuera a reconocer abiertamente había un abismo, para él sería la niñata repelente que no para de jorobarle la existencia. Volví a sonreír al sentirme protegida. Al instante, me quedé profundamente dormida.

A la mañana siguiente, nada más abrir los ojos, me encontré con una sorpresa. ¿Buena? ¿Mala? No sabría calificarla de ningún modo. Bueno, sí, rara, era una situación rara. Estaba abrazada a Ioru, pero lo más raro fue que él también me abrazaba a mí.

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