martes, 21 de diciembre de 2010

Suposiciones

No di importancia a los guardias. Me adentre en los estudios de Ansem sin vacilar. Dilan y Aeleus entraron, temiendo que fuera una amenaza, seguidos de Lea y Reika.
-Tenemos que hablar Ansem- Dije entre dientes.
Ansem siguió tan sereno como siempre, ya que sabia que algo no iba bien, lo que provocaba mi mal humor.
-Isa me informo del ataque a vuestra salida. Parece que el numero de sincorazones ha aumentado- Dijo mientras se levantaba- Dejarnos a solas.
Dilan y Aeleus se disponían a salir, llevándose a Reika y Lea.
-La chica se queda- Dije.
Dilan y Aeleus vacilaron y se llevaron a Lea. Reika parecía enfadada por eso ultimo, pero no me importaba: no le dije al chico nada de venirse, así que solo Reika debía saber a donde íbamos.
-Hubo otro ataque. Una sombra gigante. No creo que el incremente de enemigos sea casualidad.
Ansem miro la habitación, pensativo.
-¿Crees que la oscuridad esta ganando terreno?- Pregunto Ansem.
-Debe haber algo mas. Antes de que apareciera, había una chica...- Dije, intentando recordar.
-¿Una chica? ¿Recuerdas como era?- pregunto Ansem, interesado.
Me lleve la mano a la cabeza, intentando describirla. Pero no recordaba nada. Era un borrón en mi memoria. Un simple suspiro hizo que Ansem comprendiera la situación.
-Entiendo. ¿Crees que esa chica es la causante de la brecha?- Prosiguió Ansem.
-No lo se. Cada vez me enredo mas en mi búsqueda. Creo... que debería partir ya- Le conteste, mirando a Reika, que parecía no enterarse de nada.
-Vas a ver a Yen Sid, ¿verdad?
Asentí.
-No niego de tu sabiduría, amigo mio... Pero Yen Sid puede tener respuestas muy valiosas: que esta pasando, si hubo supervivientes...- Mire mi reflejo en un espejo- En que me he convertido- Dije en un susurro.
-Pues si es así, marchar rápido. Siento que su Majestad no este presente ahora, pero se marcho al Castillo con urgencia. Si encuentras algo de información que desees compartir, ven cuando quieras.
Le lance una ultima mirada, intentando ser lo mas agradable posible. Después, me di la vuelta y salí de la sala seguido de Reika.
-¿Me vas a decir que esta pasando?- Pregunto ella, mosqueada.
-Creo que cuanto menos sepas mejor- Conteste, dejando el tema.
Ella se quedo atrás mientras yo seguía andando. Cuando la distancia era bastante grande, me gire y la mire.
-¿Pasa algo?
-Veras... me gustaría... pedirte algo- Contesto ella.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Uno más en la familia

Ioru continuaba siendo el mismo pedante que había conocido en aquel lugar extraño donde le conocí. Ni cambiando a mil mundos cambiaría a ser una persona más... ¿amable? ni siquiera digo eso, una persona con más educación. Estaba ansiosa por volver a mi casa, con mi familia, con mis mascotas, con la playa... y ese hombre no paraba de entretenerse,
Crucé los brazos bruscamente; uno de mis hombros crujió y solté un suspiro de dolor. Fruncí el ceño y me senté en el suelo. Lea se agachó frente a mi. Su cara estaba tranquila, relajada, como si todo lo que acababa de ocurrir no le hubiera afectado. Continuaba con aquella sonrisa casi imperceptible pero que al verla no podías evitar salir de cualquier angustia.

-No te enfades, Reika. Al fin has encontrado a Ioru y vuestro viaje puede continuar. 
-Lea, ¿cuánto crees tú que tardará en volver a abandonarme? Estoy segura de que en cuanto me de la vuelta hará lo mismo que la última vez. Se esfumará.- A pesar de seguir disgustada mi cara volvía a cobrar su aspecto normal, sin muecas de enfado.- Lea, te parecerá una locura pero...
-Me estás dando miedo, pero qué.
-¿Vendrías con nosotros? Así si él se va, al menos me quedaré con alguien.

Lea, sosteniendo todo el peso sobre sus piernas, se rindió y se sentó en el suelo. Colocó su dedo indice sobre sus labios y miró al cielo. ¿Tanto le costaba decir un simple "si" o "no? No pensé en lo que pudiera decir Ioru de aquello, es más, me era indiferente, me la sudaba, me la repampinflaba ... No tenía ningún derecho a decir que no, puesto que estuviéramos en esa situación había sido culpa suya. 

domingo, 19 de diciembre de 2010

Promesas

Blablablablabla... Era lo único que escuchaba.
Tras la batalla con la sombra, estaba agotado. Parecía que había perdido practica. Me alegre en cierto modo de que la pareja no estuviera herida, pero no lo mostré al exterior.
Reika solo protestaba por haberla dejado sola.
-Si no te hubieras movido, habría ido a buscarte cuando hubiera acabado- Dije sin mirarla.
-¡¿Te crees que se lo que vas a hacer y lo que no?!
Mientras Reika seguía protestando, Lea y yo veíamos como la gran mole de oscuridad iba desapareciendo poco a poco. Reika se irrito al ver que no la escuchaba y parecía dispuesta a atizarme, pero me aparte sin mucho esfuerzo. Parecía mas enfadada, pero le dio un ataque de tos repentino. Lea le dio unas palmadas y los dos cruzaron sus miradas. Hacían buena pareja, de eso no cabía duda.
-¿Lleváis mucho tiempo aquí?- Pregunte.
-Pues la verdad es que no: llegamos en el momento justo en el que eso casi nos aplasta- Respondió Lea.
Mire los escombros de la plaza. ¿Quien lo había invocado? Quien estuviera detrás de esto, parecía poderoso. Me di la vuelta y empecé alejarme.
-¡¿Pero donde se supone que vas?!- Grito Reika a mi espalda.
-Tengo que hablar otra vez con Ansem y su majestad- Dije sin prestarla mas atención.
Lo que salio de su boca parecía casi un murmuro o como se hablara ella sola, pero la entendí a la perfección.
-¿Vas a dejarme otra vez sola...?
Me pare en seco, pero sin alterarme. Mire al cielo.
-Tengo que hablar con ellos. Así que date prisa: no quiero retrasarme.
Me gire lentamente para mirarla. Había dado mi palabra...

"Esto no queda así"

El cuerpo del monstruo caería sobre nosotros en breve, pero mis piernas se paralizaron. Escuché la voz de Ioru a lo lejos, mis ojos llenos de terror le miraron fijamente. Lea cogió mi mano con fuerza y me arrastró todo lo que pudo para que no nos aplastara. A nuestras espaldas un enorme golpe se escuchó contra el suelo, haciendo que la piedra de este se agrietara e incluso se levantara provocando claros desniveles. Nos dimos la vuelta y una espesa capa de polvo y fragmentos de piedra envolvían toda la plaza. Inconscientemente respiré de aquel aire, provocandome un ataque de tos con el que no podía respirar. Finalmente la nube de polvo se disipó. A pocos metros yacía el cuerpo del ser gigantesco, y algo más lejos estaba Ioru acompañado.
Con cuidado, Lea y yo pasamos al lado del cuerpo sin vida, suplicando para que estuviera muerto de verdad y no se levanta justo en el instante en el que pasábamos a su lado. Una vez dejado atrás el monstruo, aligeré el paso, tenía demasiadas cosas que decirle a ese mamonazo de Ioru. No había mucho espacio entre el bicho y él pero sí el suficiente como para pensar todo lo que le tenía que decir, con sus puntos y sus comas. Una gota de sudor me recorrió la sien. Notaba los ojos de Lea escrutrandome con cierto temor, dejando un espacio de seguridad entre nosotros por si recibía él algún golpe inmerecido. Ya frente a Ioru, coloqué las manos en mis caderas y alcé la cabeza de modo brusco. Más le valía en estos momentos no reírse de mi estatura porque entonces recibiría un golpe mucho antes de lo previsto.


-¡Tú! ¿Así que aquí era donde te escondías? -grité-Maldito mamón, si no ibas a ayudarme no habérmelo dicho. Ahora, sin embargo, deberás cumplir con tu palabra. Además, ten en cuenta, que por mucho que huyas te encontraré, como ahora. Esto no va a quedar así, me cobraré de alguna manera. Debo de darle las gracias a Cid, sin él jamás hubiera llegado hasta aquí, y he de reconocer que...- pensé en las palabras adecuadas- es mucho más amable y majo que tú.- le saqué la lengua.


Cuando me di cuenta, Lea se estaba riendo detrás de mi ante mi último discursito, pero ante una fulminante mirada, aquella risa cesó de inmediato.