lunes, 26 de julio de 2010

No te creas tan fuerte, Ioru

Con aire de superioridad, guardé la sartén y crucé los brazos. Con una amplia sonrisa le miré, desvalido en el suelo y frotándose la zona del golpe.
Ioru me agarró de una muñeca y me la retorció con fuerza. Mis huesos crujían al mismo tiempo que su escabrosa risa.

-Te he dicho que eso no valía- me dijo con un tono bastante áspero- Si quieres demostrarme lo que sabes, sin sartenes de por medio, por supuesto, tendremos un combate. ¿Aceptas la propuesta?

Me quedé pensando durante un instante que podía responderle. Parecía fuerte, pero las ganas de pegarle una patada en el culo aún aguardaban en mí interior.

-Está bien ¿Cuándo? ¿Ahora? Estoy lista para cuando tú digas, pero no te creas que te va a resultar tan fácil.

Ioru apretó sus nudillos y sonaron como una noche de tormenta.


sábado, 24 de julio de 2010

Entrenamiento... no tan intensivo

Me levante de la cama y me acerque a la puerta. Parecia que habia llamado la atencion del dependiente y venia a la habitacion. Me acerque a la chica lo mas rapido que pude y la cogi de la mano. Se desperto sobre saltada y me intento decir algo, pero no le dio tiempo: abri un portal oscuro y la meti de un empujon, cerrandose despues de entrar yo.

Reika empezo a mirar la zona. Era una pequeña casa abandonada. No habia nada en absoluto, pero como escondite nos servia por un rato.

-¿Por que me despiertas de ese mo...?- Empezo a gritarme.

-Por que no queria otra denuncia por alojarme sin pagar.

Ella simplemente hincho los mofletes y se dio la vuelta. En ese momento mire al suelo y encontre algo que, tras pensarlo, podria ayudar.

-Tú...- Llame a Reika casi sin motivacion.

Ella se dio la vuelta y se sorprendio cuando tire el palo de madera a sus pies.

-Si quieres venir conmigo deberas saber combatir. Demuestrame lo que sabes...- La dije, preparandome para su ataque.

Ella sonrio y como si de un juego se tratara, se lanzo sobre mi. Simplemente le di un poco con el dedo en su hombro para desviar su ataque y hacer que perdiera el equilibrio, teniendo que cogerla para que no se cayera.

-Eso no vale...- Le dije.

-¿De verdad?- Me dijo con una sonrisa picara..

Entonces senti el golpe de la sarten en la nuca... la verdad es que no me lo esperaba.