martes, 26 de julio de 2011

Camino a las estrellas

Todo estaba oscuro a mi alrededor. El aire chocando a mi espalda me daba a entender que la caida no tenia fin ¿Pero que importaba?

Como esperaba, lentamente, mi velocidad empezó a disminuir hasta llegar un momento en el cual empece a pensar que simplemente estaba flotando. Con cuidado, me puse en pie en vidriera. Era extraño. Hacia tiempo que no volvía a este sitio. Mire con cuidado el lugar: a vidriera presentaba grietas y el paso de los años, por lo que parecía frágil y que fuera a ceder en cualquier momento. La imágenes, como siempre, habían cambiado, teniendo solamente tonos oscuros. Esta vez no las personas que yo conocía. Simplemente era... un símbolo. Una especie de cruz... con un trozo de corazón boca-abajo. Intentaba recordarme al símbolo de los sincorazones, pero las similitudes eran pocas.

Analizado el lugar, centre mi atención en lo que de verdad me interesaba: Un individuo, quito, dándome la espalda. Me resultaba familiar. En cuanto empece a acercarme, el chico empezó a dar la vuelta. Los mismos ojos...
-Te he estado buscando desde hace tiempo. Creo que... deberíamos volver a casa- Dije, intentando no asustarle-. Te echábamos de menos.
Sabia que no era real, pero... ¿Y que mas daba?
El simplemente sonrió. Parecía que había crecido en todo este tiempo.
-Si. Volvamos a casa- Dijo mientras asentía y estiraba mi mano hacia mi.
Empece a acelerar el paso. Sin embargo, sentí que algo iba mal. Y no me equivocaba. Un aura malvada empezó a rodearle. Y sus ojos... cambiaron. A ese color que solo llevan aquellos corrompidos por la oscuridad. La vidriera empezó a romperse detrás de el. Sin embargo, parecía no inmutarse. Cuando se rompió el suelo a sus pies, no hizo nada mas que sonreir con maldad mientras caía.
-Volvamos a las sombras...
Podía sentir el sudor frio correr por mi frente. Sin pensarlo, empece a correr al vacío que avanzaba con rapidez hacia mi. Tome impulso para saltar. Quizás tuviera tiempo para atraparle. Pero, ya en el aire, mis peores temores se cumplieron: No estaba en ningún sitio. Mientras volvía a caer, pude ver una figura en los restos de la vidriera. Un joven de pelos plateados. El mismo que me encontré en el despacho de Ansem. Sin embargo, sus ropajes empezaron a cambiar, acabando encapuchado con una gabardina.

Todo pasaba muy rápido. No entendía que pasaba ¿Me estaba volviendo loco?

A mi espalda, en el vacío, un rugido rompió estruendo de los cristales rompiéndose. Tenia miedo de mirar para atrás... no quería mirar para atrás.
¿Entonces... por que me di la vuelta?

Abrí los ojos de par en par. Tarde un rato en respirar con tranquilidad. El frio suelo de la sala hizo que, lentamente, volviera a la realidad. Todo habia sido un sueño. O eso quería pensar yo...
Estaba alterado por lo ocurrido. Empece a pensar que no volvería a dormir esa noche hasta que me fije en un pequeño detalle: Kyoko y yo nos habiamos dado la vuelta mientras dormiamos y estábamos mas pegados que antes.
Era un momento incomodo. Sin embargo, una idea bastante alocada se me paso por la cabeza.
Lentamente, con cuidado de no despertarla, empece a pasar mis brazos alrededor de ella. Inconscientemente, ella hizo lo mismo en sueños. Dudo que fuera pensando en mi, pero algo era algo.
Sabia que era despreciable, pero... tenia miedo.
Ironías de la vida.

Una voz resonaba en mi cabeza. Decía mi nombre. Al abrir los ojos, la luz entro con fuerza, cegándome temporalmente. Cuando volví al mundo real, vi que Kyoko estaba mirándome. Parecía extrañada. No entendía por que... hasta que recordélo que había hecho la noche anterior.
-Ioru...
Por primera vez, decía mi nombre de una forma dulce, ruborizándose a la vez que yo.
-¿Po-Por que te has abrazado a mi?- Dije, intentando hacerme el loco.
-¡Eso debería preguntarlo yo!- Dijo mientras se ponía cada vez mas roja.
-Para tu información, siempre duermo abrazado a mi almohada. Así que la que debe dar explicaciones eres tu...
Se produjo un silencio. Ninguno respondió.

Nos levantamos y volvimos con Lea, que parecía un zombie. Salimos al poco tiempo de la mansión. No sabia si volvería. Aunque tampoco echaría en falta ese sitio. Las calles estaban desiertas a esas horas, por lo que no tardamos mucho en llegar a la estación.
-¿Y a donde demonios vamos?- Pregunto Lea entre un bostezo y otro.
-Tengo que visitar a un conocido. Solo el puede ayudarme a encontrar lo que busco.
La cara de Lea era la misma que al preguntar: no se enteraba de nada. Mejor así...
Nos sentamos en los bancos un rato. Kyoko y Lea no tardaron en dormirse, y no me resulto raro. Parecía que no llegaría nunca. Empezaba a perder las esperanzas y el cansancio podía conmigo. Justo cuando estaba cerrando los ojos, un ruido me sobresalto. Y lo que vi aun mas: donde antes no había nada, ahora se encontraba un tren diferente a todos los que habiamos visto antes. Magia.
Desperté a los chicos con prisas y los apresure a entrar en el tren. Antes de entrar yo, eche un vistazo a la estación.
Quizás fuera mi ultimo recuerdo de este lugar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario