sábado, 19 de febrero de 2011

Manos a la obra

A pesar de que Lea trató de calmarme, las ganas de arrancarle la cabeza a ese pedazo de cabrón. ¿Trabajar? Joder, eso se lo contaba a alguien y no se lo creía, que un señorito nos mande trabajar mientras el da un paseo.
Lea fue el primero en acercarse al tablón. Miró detenidamente el tablón y por la cara de estreñido que puso no debía haber nada interesante. Eché un vistazo a los folletos y eran únicamente trabajillos de tres al cuarto.
-Bueno, ¿qué hacemos?¿ Te gusta alguno?-dijo Lea con sarcasmo.
-Muy gracioso, Lea.. No se tú lo que harás pero yo me pondré a pegar carteles como una loca, los demás me parecen incluso peores que ese.


Las horas pasaron lentamente. El trabajo había sido agotador y apenas tenía fuerzas para moverme. Lea me llevaba apoyada en su hombro. Regresamos a la plaza lo más rápido que pudimos y allí estaba Ioru, con lo brazos cruzados y mirándonos con el ceño fruncido.
-¿Dónde estabais?
- TRABAJANDO,¿ y tú?- contesté furiosa.
- Venga, chicos, haya paz.
-¿Paz, Lea? Encima que viene con recochineo.
- Vamos, he encontrado un sitio para descansar-ordenó haciendo caso omiso a mis palabras.
Ioru comenzó a andar y nosotros a seguirlo como sumisos corderitos.