viernes, 29 de julio de 2011

De nuevo los dos solos

Demasiadas preguntas tenía para Ioru, pero dudaba que me respondiera a gran parte de ellas. Aunque no lo pareciera, había empezado a conocerle y sabía que preguntas podía realizarles y cuales no.
Desde el momento que vio a Yen Sid, Ioru no había cambiado su rostro. Era firme y a la vez respetuoso, con ciertos toques de incertidumbre. ¿De qué conocería Ioru a tan ilustre personaje? Posiblemente era a la única persona que respetaba..
-Bueno, ¿qué quieres?
-Solo quería hacerte unas preguntas, si no es molestia, claro.
Ioru me miró con asombro al escuchar tales palabras de mis labios.
-Dispara.
-Lo primero de todo es preguntarte si de verdad quieres entrenarme o solo es una obligación que te han impuesto.
- No voy a contestarte. Se acabaron las preguntas.
Ioru se despidió de Lea y Yen Sid con rapidez y salió de la habitación. ¿ Qué le había molestado? Era una pregunta inocente comparada con las otras que me rondaban la cabeza.Aún sin comprender la reacción de Ioru, me acerqué a Yen Sid e hice una pequeña reverencia.
- Adios, maestro Yen Sid. Le agradezco enormemente haberme sacado de mi duda. No puedo decir que esté contenta pero sí algo más tranquila.
-Joven Kyoko, deberías estar más que contenta, muchos desearían tener tu suerte y, sin embargo, viven frustrados por no poder cumplir sus sueño.
- Si me permite una pregunta...
- Ioru te entrenará bien, eso no lo dudes. Que quiera entrenarte o no... ni yo mismo lo sé.
- Gracias.
Lea me esperaba junto al maestro y antes de que dijera nada me dio un fuerte abrazo. Ese acto me dejó sin palabras. Recordaba el cariño con el que me había tratado cuando me conoció.
- Dentro de poco nos veremos de nuevo- aseguró.
-Claro que sí y tendremos muchas que contarnos.
Lea asintió con fuerza. Tras echarles a ambos un último vistazo salí en busca de Ioru. Al atravesar corriendo la puerta de la habitación me choqué con alguien. Ioru había estado apoyado sobre la puerta, seguramente escuchándonos. Se creía el más serio del mundo y luego no era más que una maruja. Afortunadamente el impacto no fue demasiado severo, solamente me froté un poco la nariz por el golpe.
- ¿Se puede saber que diablos haces ahí parado?- pregunté.
- ¿No lo ves? Esperarte ¿Acaso quieres que me vaya solo? Muy bien, pues lo haré.
- ¡No!- grité al ver que comenzaba a caminar- No te vayas. Te guste o no eres mi maestro y debes enseñarme. Y como no lo hagas bien...
-¿Qué vas a hacer? ¿Pegarme? Permiteme que lo dude.
- Puedo joderte de muchas otras maneras. Quedas avisado.
Soltó una risa sarcástica al escuchar mi comentario. Me agarró de la ropa y fue tirando de mí a lo largo de todas las escaleras. Cuando llegamos al recibidor de la torre me soltó. La ropa se me había quedado tan estirada que seguro que le valía a él. Ioru abrió un portal frente a nosotros.
Fue a entrar cuando vio que no me movía. Volvió a agarrarme y nos metimos los dos juntos.


El lugar donde llegamos estaba completamente destruido. Rocas rotas por todas partes y un suelo árido que me quemaba los pies. El suelo también estaba resquebrajado, un poco más abiertas las ranuras y cabía yo perfectamente.
-¿Dónde estamos?
-En el Cementerio de las Keyblade.
-¿Cementerio?
- Sí, si te interesa... esta noche te cuento la historia, para que tengas "dulces" sueños.

jueves, 28 de julio de 2011

Objetivos incompatibles.

-Sigues buscándole, ¿verdad? Aun buscas venganza por lo que hizo- Las palabras de Yen Sid traían duros recuerdos a mi mente.
Mi silencio fue mi única respuesta. Yen Sid había sido muy directo. Y sabia que no había sido por accidente. Sabia que yendo al grano, el golpe seria mas rápido.
-Si buscas a Xehanort y a su aprendiz... debo decirte que no vas a encontrarlo- Yen Sid se cruzo de brazos, como dando por sentada la sesion.
No podia dar credito a sus palabras ¿Como que no los encontraria?
-Eso es... Imposible. Puedo encontrarlos. Sino, todo...
-Hagas lo que hagas, no los encontraras... por que no estan con nosotros- Yen Sid cerro los ojos, invitando a que reflexionara con el.
-Quieres decir que... ellos han...-Las palabras no querian salir de mi boca.
-No lo se, Ioru. Pero los hechos ocurridos en tu ausencia han marcado un antes y un despues en tu viaje.
Yen Sid se volvio a lenvantar de su escritorio. Por lo que veia, me habia perdido mas de lo que pensaba.
-Tus objetivos han cambiado. Ahora tu labor es decisiva. Y no sera facil. Sientate. Quizas nos lleve un tiempo
Como Yen Sid dijo, me sente en la silla mas cercana y el empezo a explicarme los hechos. Por lo que pude escuchar, Xehanort y uno de los aprendices de Eraqus habian desaparecido, por lo que un maestro recien incorporado fue en su busca. Sin embargo, tras largos años, no volvio nadie. Cada vez que intentaba sacarle informacion del estado de Eraqus y el resto de aprendices, Yen Sid hacia caso omiso y seguia contandome los hechos acontecidos.
-Como puedes comprender- Parecia que Yen Sid queria dar punto y final a nuestra charla-, debes encontrar a la Maestra Aqua. Es muy importante recuperarla, ademas de que la informacion que te brinde del paradero de Xehanort puede serte util.
Estaba bastante defraudado por la falta de informacion. Cuando me disponia a levantarme e ir a buscar a los chicos, Yen Sid me ordeno detenerme simplemente con la mano.
-Aun hay mas misiones que debo encomendarme, Maestro Ioru.
A regañadientes, me volvi a sentar.
-¿Que mas tengo que hacer ademas de colgar carteles de perdidos y entrenar a la cria?- Mi paciencia esta llegando a extremos alarmantes.
Yen Sid hizo caso omiso a mi rabia.
-Los mundos estan siendo atacados por la oscuridad, como has podido comprobar. Y se... que tu estancia en tu otro lado te ha dado la oportunidad de conocer mejor al enemigo. Debes defender los mundos a toda costa. Cuesta entender la relacion, pero cuando estes mas calmado, piensa la conexion entre todo lo que te mando: te interesa mas de lo que crees.
Finalmente, me hizo un gesto para volver con los chicos. Cuando estabamos a poco espacio de la puerta, me pare en seco. El reconocio la duda en mi y se dio la vuelta.
-He perdido... mi poder. Los sueños son inconexos...y ahora no se cual es mi objetivo, Maestro. Estoy perdido- No podia mirar a otro sitio que no fuera el suelo.
-Tus poderes siguen ahi. Y lo sabes. Pero tanto tiempo en la oscuridad te nubla el corazon. Si lo abres durante tu viaje... quizas recuperes el poder que perdiste.
Permanecimos en silencio un rato.
-Yo entrenare a ese tal Lea. Quizas os sirva durante vuestras aventuras mas adelante. Sin embargo... debes vigilar a Kyoko- Con esas palabras consiguio centrar mi atencion-. Veo luz en ella. Pura luz. Pero a la vez veo maldad. Debes mantener esa luz viva... no creo que sea conveniente descubrir de donde proviene esa oscuridad...

"Luz y oscuridad"
Las palabras de Yen Sid me habian hecho la cabeza un lio. ¿Kyoko podria volverse un peligro? Por mas que lo pensara, esa estupido.
Ademas, parecia que iba a tener que encargarme de todas esas misiones yo solo. ¿Por que todo el peso lo tenia que cargar yo?
-Ioru...
Una voz a mi espalda me llamaba. Cuando me di la espalda, pude ver a Kyoko mirandome desde el otro lado de la habitacion.
-¿Podemos hablar... un momento?

miércoles, 27 de julio de 2011

La biblioteca de Yen Sid era la más grande que había visto en mi vida, que trataban de cosas que jamás había leído. Cientos de estanterías que llegaban hasta el suelo, se encontraban repletas de libros. Lea correteaba de un lado para otro como si se tratara de un niño. Cogía libros de allí y de allá, ese, sin duda alguna, era su lugar. ¿Pero que sería de mí? De la noche a la mañana me había convertido en portadora de una Keyblade, que hasta hacía apenas cinco minutos no tenía ni la más remota idea de lo que se trataba. Por si fuera poco, Ioru se había convertido en mi maestro. Solo con pensar en el infierno que se me avecinaba me entraban escalofríos que me recorrían todo el cuerpo.
Lea, después de estar un rato de un lado para otro, finalmente se sentó. Parecía muy concentrado en la lectura, por lo que preferí no molestarle.


Las horas pasaron lentamente. Lea no movió ni un músculo mientras estaba leyendo. Ioru apareció tras la puerta con Yen Sid. Ambos parecían calmados, pero Ioru llevaba encima una cara de confusión que no podía con ella. Por primera vez en varias horas, Lea reaccionó. Su cara volvió a iluminarse al ver a Yen Sid. ¿De verdad le admiraba tanto? Se levantó de un saltó y colocó los libros en su sitio. Se presentó frente a los recién llegados y se inclinó ante ellos. Yen Sid le tocó la cabeza y le hizo levantar.
-Chicos, tenemos novedades para vosotros- dijo Ioru.
-Así, es.- continuó Yen Sid- Para empezar, Kyoko se someterá a un entrenamiento intensivo con Ioru. Viajareis por distintos lugares hasta que forjes tu fortaleza y controles la Keyblade a las mil maravillas. Respecto a Lea- mostró una leve sonrisa mientras se dirigía a él- va a quedarse conmigo, se convertirá en mi pupilo, puesto que yo tengo mucho tiempo libre y él arde en deseos por aprender.
Mi reacción comparada con la de Lea fue como si me acabaran de decir que iba a morir en un minuto. Por el contrario, Lea daba saltos de alegría, pero al ver mi cara se contuvo. Me abrazó muy fuerte y me dio todos los ánimos que pudo.
-Esta noche podéis descansar aquí, pero Kyoko, supongo que mañana partiréis temprano. Te deseo suerte con tu entrenamiento.
-Gracias. ¿Supongo que no puedo negarme, verdad?
Esa pregunta pareció dolerle a Ioru, por lo que intenté arreglarlo.
-Supongo que estoy en buenas manos, no puedo quejarme. Aunque no sé cuanto tiempo me aguantará sin Lea al lado.- miré a Ioru a los ojos- Voy a convertirme en tu peor pesadilla, Ioru.- sonreí desmesuradamente.
-Permíteme que lo dude, Kyoko.- contestó mientras entornaba los ojos y mostraba una pícara sonrisa.
¿Qué nos depararía el futuro? No tenía ni idea, pero algo me decía que acabaría conociendo a fondo a Ioru.



Pregunta una respuesta...

Kyoko no parecía entender lo que se encontraba delante suya, quizás aun perpleja por la revelación que antes habiamos presenciado. Por su parte, Lea no podía disimular su ilusión al ver a alguien del calibre de Yen Sid.
Yo, como era tradición, me mantuve firme y agache la cabeza.
-Maestro Yen Sid.
-Os estaba esperando. Habeis tardado mas de lo que pensaba- Dijo el maestro mientras se cruzaba de brazos.
Podía sentir la mirada de Kyoko y Yen Sid fijas en mi. No me movía. Quizás Kyoko pensara que pasaba algo.
-Por lo que he podido comprobar- Yen Sid se levanto de su escritorio y aparto la mirada de mi- vuestra llegada ha sido bastante... intensa.
Empece a seguir la mirada de Yen Sid, la cual se había fijado en Kyoko. No me resulto demasiado extraño después de lo sucedido. Acto seguido, volvío a depositar su atención en mi.
-¿Quienes son estos jóvenes que te acompañan, Ioru?
-Kyoko y Lea,de Vergel Radiante- dije tras coger aire.
-¡Estoy encantado de conocerle! ¡He escuchado grandes cosas de usted!- Lea se acerco al maestro y empezó a observarle.
Su reacción debería haber sido tomada como una insolencia, pero sabia como era Lea y no era su intención. Por suerte, parecía que Yen Sid también lo comprendía, por lo que no le dio importancia.
-Maestro Yen Sid...- Me disponía a explicarle mis deseo, pero él simplemente levanto la mano.
-Se lo que quieres, Ioru. Pero eso deberemos hablarlo mas tarde. Primero creo que tu compañera Kyoko tiene unas preguntas que nos interesan a todos.
Todos volvimos la vista a la misma dirección. Kyoko parecía nerviosa, y no era de extrañar.
-Habla, hija. Dinos lo que te preocupa- La voz de Yen Sid no había cambiado lo mas mínimo, pero parecía por lo menos mas amigable y cercana de lo normal.
Se produjo un completo silencio. Kyoko trago saliva antes de hablar.
-¿Que era... eso?-Dijo, como con miedo de decir algo que no debía.
Yen Sid volvió a dirigirme la mirada a mi. Supondría que se lo había explicado yo.
-No he tenido tiempo de explicárselo. Ademas, pensaba que usted podría explicarnos por que ella ha sido elegida
Yen Sid cerro los ojos y empezó a meditar. La decisión que tomara seguramente marcaría nuestro camino.
Tras un rato, volvió a abrir los ojos y miro a Kyoko.
-Ese arma que acabas de conseguir es una Keyblade. Es un arma de un poder inimaginable. Pocos son sus portadores y díficil es su aprendizaje. Pero no te preocupes...- Su mirada se dirigió a mi lentamente- Tu nuevo maestro te enseñara lo esencial para que puedas usarla.
Un corriente recorrió mi cuerpo. El miedo me inundo por completo ¿Estaba diciendo lo que creía que estaba diciendo?
-Ioru, se que no tuviste opción de pasar el examen exigido para este cargo. Pero conozco tu poder y tus azañas. Así que a partir de ahora instuiras a Kyoko como nueva portadora de la Keyblade... Maestro Ioru.
La mirada de Kyoko y Lea se deposito en mi, sin entender lo que significaba. Pero yo si lo comprendia. En un pasado, había deseado ese puesto con todas mis fuerzas. Pero en todos momentos de caos... ¿Como podía caer tal responsabilidad sobre mi?
-Antes de pasar al siguiente tema a aclarar, tengo una duda para ti, chico- Yen Sid empezó a dirigirse a Lea, el cual empezó a ponerse nervioso-. Veo potencial en ti. Una fuerza que quiere salir. Quizás tus compañeros necesiten algo de... ayuda. Yo podría enseñarte a controlar ese potencial encerrado ¿Que me dices? ¿Te interesaría que te enseñara a usar la magia?
Los ojos de Lea se abrieron como platos y una chispa de ilusión se encendió en ellos. No hacían falta mas palabras.
-Bien. Ahora, si nos disculpais, el Maestro Ioru y yo debemos tratar temas importantes. Mientras tanto- Yen Sid señalo una puerta- podeis pasar a la biblioteca. Quizás haya algo que os interese entre esas paginas.
Lea fue el primero en dirigirse a la puerta. Empezaría a investigar todo lo necesario sobre magia antes de que Yen Sid le enseñara algo. Sin embargo, Kyoko se quedo quieta en el sitio. Mirándome. Seguramente esperaría que le explicáramos por que ahora era una portadora.
-Ve con él. Tu también tendrás que asimilar que tendremos que estar juntos mas tiempo- Dijo, mientras apartaba mi mirada de ella.
Sin decir palabra, ella se fue sin hacer mas ruido que sus pasos.
Cuando estuvimos completamente solos, Yen Sid se volvió a sentar en el estudio.
-Se lo que estas buscando. Pero hay mas cosas de las que debes encargarte. Tus preguntas y objetivos están muy relacionados con los temas de los que quiero hablarte. Es un asunto muy grave. Y lo sabes...


martes, 26 de julio de 2011

El mago Yen Sid

Los asientos de aquel vagón de tren eran increíblemente cómodos, además de amplios, los tres estábamos sentados en el mismo asiento, sin invadir el espacio vital del otro. Yo estaba situada en el medio ya que Lea quería quedarse junto a la ventana, mientras que Ioru no quería sentirse aprisionado.
La noche anterior había dormido fatal, el suelo era más duro de lo que me esperaba, sin olvidarnos que parecía un tempano de hielo. El sentarme en aquel sitio tan cómodo hizo que me entrara sueño rápidamente, como si me hubiera tomado un somnífero. La cabeza se me iba de un lado para el otro, seguramente sin los codazos que me metía Ioru me hubiera echado un sueñecito muy bueno.
No tardamos mucho en llegar al lugar donde quería llegar Ioru. Sinceramente no tenía nada, solamente una alta torre. Descendimos los tres del tren y este desapareció. Me quedé perpleja pero no pregunté, estaba segura de que no obtendría respuesta a mi pregunta.
Ioru miraba de un lado para otro, sin moverse del sitio. Yo, sin embargo, me puse a avanzar hacia la torre, me apostaba lo que fuera a que quería ir allí. ¿A dónde si no? No había nada más. Siempre me habían dicho que era muy aventurera y que algún día me arrepentiría de ello. Aquel día lo comprobé con mis propios ojos. Estaba a cierta distancia de Lea e Ioru cuando comenzaron a salir sincorazón de la nada. Dos se acercaron a mi con intención de atacarme, pero nadie venía a salvarme. Estaba atónita ¿por qué no se movían? Cuando me di la vuelta me fijé en que ellos también estaban siendo atacados. Estaba dispuesta a agacharme y a cubrirme, cuando de mi mano derecha surgió algo. Era parecida al arma de Ioru, pero algunos aspectos eran distintos, como el color. Al contrario de la de mi compañero, la mía era roja y negra. La forma del mango tenía forma de enredadera, es más, se enrollaba a mi muñeca dándole una total sujeción. Cuando me di cuenta, realmente, de lo que tenía en la mano comencé a mirar a los bichos, después a Ioru y después al arma. Tras ello me puse a gritar asustada ¿cómo narices había llegado eso a mi mano?
- ¡Ioru!, ¡Ioru!- grité- ¿Qué narices es esto?
Cuando le miré, sus ojos me miraban perplejos. Ellos ya habían acabado con los sincorazón y yo sin embargo continuaba rodeada por ellos. Ioru y Lea vinieron en cuanto pudieron y acabaron con ellos. Al desaparecer todos caí al suelo de rodillas, tras ello me acurruqué en el suelo. Miraba una y otra vez el arma que tenía en las manos, cuando de repente, desapareció. Tanto Lea como Ioru se agacharon junto a mí. Sentí como la mano de Lea me retiraba el pelo de la cara, al igual que la mano de Ioru acariciaba mi mejilla. No me hicieron levantar, uno de los dos, no adiviné cual, me llevó en volandas hasta la torre.
Dentro de la torre conseguí ponerme en pie, las miradas atentas de mis compañeros vigilaban todos mis movimientos.
-¿Alguien me puede decir que ha pasado? Necesito respuestas.- dije acongojada- Ioru, ¿que era eso?¿era cómo tu arma?
- No se que ha pasado, espero que el maestro Yen Sid nos proporciones respuestas.- contestó.
-¿Yen Sid?¿El famoso hechicero Yen Sid?- dijo Lea con entusiasmo.
-Así es, Lea. Este es su hogar.
Los tres subimos las largas escaleras que separaban el vestíbulo del santuario de aquel famoso mago. Yo no había oído hablar nunca de él, pero tal fue la cara de entusiasmo que mostró Lea que tuve que creerle de inmediato. Llegamos a los alto de las escaleras y la puerta se abrió sola. Tras una enorme mesa llena de papeles, la figura de un anciano vestido con una túnica azul y una larga barba gris, se alzaba erguida.
-Bienvenido, Ioru- dijo una voz profunda- y acompañantes.

Camino a las estrellas

Todo estaba oscuro a mi alrededor. El aire chocando a mi espalda me daba a entender que la caida no tenia fin ¿Pero que importaba?

Como esperaba, lentamente, mi velocidad empezó a disminuir hasta llegar un momento en el cual empece a pensar que simplemente estaba flotando. Con cuidado, me puse en pie en vidriera. Era extraño. Hacia tiempo que no volvía a este sitio. Mire con cuidado el lugar: a vidriera presentaba grietas y el paso de los años, por lo que parecía frágil y que fuera a ceder en cualquier momento. La imágenes, como siempre, habían cambiado, teniendo solamente tonos oscuros. Esta vez no las personas que yo conocía. Simplemente era... un símbolo. Una especie de cruz... con un trozo de corazón boca-abajo. Intentaba recordarme al símbolo de los sincorazones, pero las similitudes eran pocas.

Analizado el lugar, centre mi atención en lo que de verdad me interesaba: Un individuo, quito, dándome la espalda. Me resultaba familiar. En cuanto empece a acercarme, el chico empezó a dar la vuelta. Los mismos ojos...
-Te he estado buscando desde hace tiempo. Creo que... deberíamos volver a casa- Dije, intentando no asustarle-. Te echábamos de menos.
Sabia que no era real, pero... ¿Y que mas daba?
El simplemente sonrió. Parecía que había crecido en todo este tiempo.
-Si. Volvamos a casa- Dijo mientras asentía y estiraba mi mano hacia mi.
Empece a acelerar el paso. Sin embargo, sentí que algo iba mal. Y no me equivocaba. Un aura malvada empezó a rodearle. Y sus ojos... cambiaron. A ese color que solo llevan aquellos corrompidos por la oscuridad. La vidriera empezó a romperse detrás de el. Sin embargo, parecía no inmutarse. Cuando se rompió el suelo a sus pies, no hizo nada mas que sonreir con maldad mientras caía.
-Volvamos a las sombras...
Podía sentir el sudor frio correr por mi frente. Sin pensarlo, empece a correr al vacío que avanzaba con rapidez hacia mi. Tome impulso para saltar. Quizás tuviera tiempo para atraparle. Pero, ya en el aire, mis peores temores se cumplieron: No estaba en ningún sitio. Mientras volvía a caer, pude ver una figura en los restos de la vidriera. Un joven de pelos plateados. El mismo que me encontré en el despacho de Ansem. Sin embargo, sus ropajes empezaron a cambiar, acabando encapuchado con una gabardina.

Todo pasaba muy rápido. No entendía que pasaba ¿Me estaba volviendo loco?

A mi espalda, en el vacío, un rugido rompió estruendo de los cristales rompiéndose. Tenia miedo de mirar para atrás... no quería mirar para atrás.
¿Entonces... por que me di la vuelta?

Abrí los ojos de par en par. Tarde un rato en respirar con tranquilidad. El frio suelo de la sala hizo que, lentamente, volviera a la realidad. Todo habia sido un sueño. O eso quería pensar yo...
Estaba alterado por lo ocurrido. Empece a pensar que no volvería a dormir esa noche hasta que me fije en un pequeño detalle: Kyoko y yo nos habiamos dado la vuelta mientras dormiamos y estábamos mas pegados que antes.
Era un momento incomodo. Sin embargo, una idea bastante alocada se me paso por la cabeza.
Lentamente, con cuidado de no despertarla, empece a pasar mis brazos alrededor de ella. Inconscientemente, ella hizo lo mismo en sueños. Dudo que fuera pensando en mi, pero algo era algo.
Sabia que era despreciable, pero... tenia miedo.
Ironías de la vida.

Una voz resonaba en mi cabeza. Decía mi nombre. Al abrir los ojos, la luz entro con fuerza, cegándome temporalmente. Cuando volví al mundo real, vi que Kyoko estaba mirándome. Parecía extrañada. No entendía por que... hasta que recordélo que había hecho la noche anterior.
-Ioru...
Por primera vez, decía mi nombre de una forma dulce, ruborizándose a la vez que yo.
-¿Po-Por que te has abrazado a mi?- Dije, intentando hacerme el loco.
-¡Eso debería preguntarlo yo!- Dijo mientras se ponía cada vez mas roja.
-Para tu información, siempre duermo abrazado a mi almohada. Así que la que debe dar explicaciones eres tu...
Se produjo un silencio. Ninguno respondió.

Nos levantamos y volvimos con Lea, que parecía un zombie. Salimos al poco tiempo de la mansión. No sabia si volvería. Aunque tampoco echaría en falta ese sitio. Las calles estaban desiertas a esas horas, por lo que no tardamos mucho en llegar a la estación.
-¿Y a donde demonios vamos?- Pregunto Lea entre un bostezo y otro.
-Tengo que visitar a un conocido. Solo el puede ayudarme a encontrar lo que busco.
La cara de Lea era la misma que al preguntar: no se enteraba de nada. Mejor así...
Nos sentamos en los bancos un rato. Kyoko y Lea no tardaron en dormirse, y no me resulto raro. Parecía que no llegaría nunca. Empezaba a perder las esperanzas y el cansancio podía conmigo. Justo cuando estaba cerrando los ojos, un ruido me sobresalto. Y lo que vi aun mas: donde antes no había nada, ahora se encontraba un tren diferente a todos los que habiamos visto antes. Magia.
Desperté a los chicos con prisas y los apresure a entrar en el tren. Antes de entrar yo, eche un vistazo a la estación.
Quizás fuera mi ultimo recuerdo de este lugar.

Noche en la mansión

Estaba terriblemente enfadada con ambos, ¿cómo habían sido capaces de hacerme algo así?, pero a la vez estaba muerta de miedo. Lo peor de todo es que me tocaría dormir sola, en esa vieja casucha... Me entraban escalofríos solo de pensarlo. Pasaría la noche sola, dando vueltas sin poder dormir. A no ser que...
-Oye, Lea- dije mientras le cogía de un brazo y nos alejábamos de Ioru,  ¿te importaría si duermo contigo?
-Eh, pues... lo siento Kyoko, pero no me gusta dormir con nadie, me siento realmente incómodo.
Mi gozo en un pozo. Lea era la opción más rentable. Me tocaría decírselo a Ioru y eso me dañaría el orgullo profundamente.
Solté la mano de Lea, despacio, no quería que pensara que me había enfadado por algo así, aunque así fuera. Me fui acercando con la cabeza gacha hacia Ioru, quien estaba perdido en sus propios pensamientos. Pensé de qué manera podría parecer cordial con él, pero era algo casi imposible. ¿Yo cordial con Ioru? ¿Dónde se había visto? Pero si quería dormir con alguien, no me quedaba más remedio. Al fin y al cabo, Ioru era mucho más fuerte que Lea y me podría ofrecer una gran protección. Además, otra idea inundó mi fantástica mente, una manera de la que me sentiría protegida hasta del mínimo insecto.
-Ioru, ¿podemos hablar un momento?
-¿Qué me vas a pedir, Kyoko?- preguntó asustado.
-¿Por qué he de pedirte algo? ¿No puedo hablar contigo sin pedirte nada?
- Me has llamado por mi nombre, con eso lo digo todo.
-¿Qué?- entonces me di cuenta de que llevaba razón, ¿ cuándo había dejado de ponerle motes?- Bueno, tú también me has llamado por el mío, así que no te quejes.
Ioru soltó una risilla por lo bajo.
-Bueno, ¿qué quieres?- preguntó.
- Es que... en fin... yo...- empecé a quedarme en blanco- me preguntaba si puedo dormir contigo. Al fin y al cabo has sido tú quien me ha metido el miedo en el cuerpo.
-¿Qué?- gritó con cara atónita- ¿No puedes dormir tú solita?
-No- dije apenada- me has metido miedo.
-Kyoko, era solo una broma.
-Me da igual, en mi mente no.
Ioru soltó un suspiro de abatimiento, se agachó hasta que se puso a mi altura y me puso una mano en el hombro. Miré su cara serena durante un instante, era imposible mirarle a los ojos a ese hombre más de dos segundos, si pasaba uno más seguramente me quedaría tonta. Ioru, para mi sorpresa, asintió. Su cara estaba totalmente relajada y así era condenadamente guapo. Hice un gesto de agradecimiento y me alejé de allí.

Antes de irnos a dormir, nos reunimos todos junto a la maqueta de la ciudad. Me preguntaba cómo se llamaría, pero no era el momento, ya bastante había hablado ese día con Ioru sin decirle ninguna barbaridad. Estaba perdiendo facultades.
-Mañana nos reuniremos aquí a las ocho en punto, ¿entendido?
-¿Me vas a hacer madrugar?- pregunté indignada.
Ioru ignoró mi comentario y Lea simplemente asintió mostrándose conforme con la decisión.
Lea se marchó a una habitación y nosotros a otra. El problema es que no había cama ¿dormiríamos en el suelo? Efectivamente. Nada más traspasar el umbral de la puerta Ioru se tumbó en el suelo, en posición fetal. Sin decir nada me tumbé a su lado, dándole la espalda, sin embargo estábamos en la misma posición.
Mi lengua ese día había hablado solo y lo haría de nuevo en breves momentos a pesar de mi contención.
-Gracias por dormir conmigo,- dije en voz baja-Ioru.
El cuerpo de mi compañero dio un respingo. Yo solamente sonreí levemente. A pesar de nuestras diferencias, Ioru era un buen tipo, pero de ahí a que lo fuera a reconocer abiertamente había un abismo, para él sería la niñata repelente que no para de jorobarle la existencia. Volví a sonreír al sentirme protegida. Al instante, me quedé profundamente dormida.

A la mañana siguiente, nada más abrir los ojos, me encontré con una sorpresa. ¿Buena? ¿Mala? No sabría calificarla de ningún modo. Bueno, sí, rara, era una situación rara. Estaba abrazada a Ioru, pero lo más raro fue que él también me abrazaba a mí.