miércoles, 27 de julio de 2011

La biblioteca de Yen Sid era la más grande que había visto en mi vida, que trataban de cosas que jamás había leído. Cientos de estanterías que llegaban hasta el suelo, se encontraban repletas de libros. Lea correteaba de un lado para otro como si se tratara de un niño. Cogía libros de allí y de allá, ese, sin duda alguna, era su lugar. ¿Pero que sería de mí? De la noche a la mañana me había convertido en portadora de una Keyblade, que hasta hacía apenas cinco minutos no tenía ni la más remota idea de lo que se trataba. Por si fuera poco, Ioru se había convertido en mi maestro. Solo con pensar en el infierno que se me avecinaba me entraban escalofríos que me recorrían todo el cuerpo.
Lea, después de estar un rato de un lado para otro, finalmente se sentó. Parecía muy concentrado en la lectura, por lo que preferí no molestarle.


Las horas pasaron lentamente. Lea no movió ni un músculo mientras estaba leyendo. Ioru apareció tras la puerta con Yen Sid. Ambos parecían calmados, pero Ioru llevaba encima una cara de confusión que no podía con ella. Por primera vez en varias horas, Lea reaccionó. Su cara volvió a iluminarse al ver a Yen Sid. ¿De verdad le admiraba tanto? Se levantó de un saltó y colocó los libros en su sitio. Se presentó frente a los recién llegados y se inclinó ante ellos. Yen Sid le tocó la cabeza y le hizo levantar.
-Chicos, tenemos novedades para vosotros- dijo Ioru.
-Así, es.- continuó Yen Sid- Para empezar, Kyoko se someterá a un entrenamiento intensivo con Ioru. Viajareis por distintos lugares hasta que forjes tu fortaleza y controles la Keyblade a las mil maravillas. Respecto a Lea- mostró una leve sonrisa mientras se dirigía a él- va a quedarse conmigo, se convertirá en mi pupilo, puesto que yo tengo mucho tiempo libre y él arde en deseos por aprender.
Mi reacción comparada con la de Lea fue como si me acabaran de decir que iba a morir en un minuto. Por el contrario, Lea daba saltos de alegría, pero al ver mi cara se contuvo. Me abrazó muy fuerte y me dio todos los ánimos que pudo.
-Esta noche podéis descansar aquí, pero Kyoko, supongo que mañana partiréis temprano. Te deseo suerte con tu entrenamiento.
-Gracias. ¿Supongo que no puedo negarme, verdad?
Esa pregunta pareció dolerle a Ioru, por lo que intenté arreglarlo.
-Supongo que estoy en buenas manos, no puedo quejarme. Aunque no sé cuanto tiempo me aguantará sin Lea al lado.- miré a Ioru a los ojos- Voy a convertirme en tu peor pesadilla, Ioru.- sonreí desmesuradamente.
-Permíteme que lo dude, Kyoko.- contestó mientras entornaba los ojos y mostraba una pícara sonrisa.
¿Qué nos depararía el futuro? No tenía ni idea, pero algo me decía que acabaría conociendo a fondo a Ioru.



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