sábado, 21 de agosto de 2010

Despedida a la cordura

Mi conciencia se perdía con el roce de sus dientes en mi piel. Su incisión perfecta en mi clavícula continuamente se convertían ardor ferviente en mi cuerpo.
Amarré su cabello con fuerza y le hice cesar apoyando su cabeza contra el suelo.
Sonreí maliciosamente.

-Lo sabía- dije suspirando hondo- Ningún hombre es capaz de resistirse a una propuesta de este tipo. Pensaba que tú eras diferente. Me has decepcionado, Ioru.

Me levanté del suelo y me senté en la cama.

Seguramente no sabía de lo que estaba hablando. Mi perfecta actuación de una cualquiera que solo busca sexo había sido todo un éxito.
Le había sometido a tal prueba porque creía que era distinto, pero era igual que todos los hombres. Únicamente pensaba en una cosa cuando una mujer intenta seducirle. No se oponen ante tal seducción, simplemente se dejan llevar.
Lo que el no podía saber es que con él... realmente me había gustado y no podía permitir acostarme con un un completo desconocido aunque lo deseara.

Observé, mientras me arreglaba el pelo, los ojos atónitos y a la vez vacíos de Ioru. Realmente había sido cruel, pero no podía permitir tener sexo con él. Ya antes me habían jugado una mala pasada y no lo consentiría de nuevo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario