lunes, 20 de diciembre de 2010

Uno más en la familia

Ioru continuaba siendo el mismo pedante que había conocido en aquel lugar extraño donde le conocí. Ni cambiando a mil mundos cambiaría a ser una persona más... ¿amable? ni siquiera digo eso, una persona con más educación. Estaba ansiosa por volver a mi casa, con mi familia, con mis mascotas, con la playa... y ese hombre no paraba de entretenerse,
Crucé los brazos bruscamente; uno de mis hombros crujió y solté un suspiro de dolor. Fruncí el ceño y me senté en el suelo. Lea se agachó frente a mi. Su cara estaba tranquila, relajada, como si todo lo que acababa de ocurrir no le hubiera afectado. Continuaba con aquella sonrisa casi imperceptible pero que al verla no podías evitar salir de cualquier angustia.

-No te enfades, Reika. Al fin has encontrado a Ioru y vuestro viaje puede continuar. 
-Lea, ¿cuánto crees tú que tardará en volver a abandonarme? Estoy segura de que en cuanto me de la vuelta hará lo mismo que la última vez. Se esfumará.- A pesar de seguir disgustada mi cara volvía a cobrar su aspecto normal, sin muecas de enfado.- Lea, te parecerá una locura pero...
-Me estás dando miedo, pero qué.
-¿Vendrías con nosotros? Así si él se va, al menos me quedaré con alguien.

Lea, sosteniendo todo el peso sobre sus piernas, se rindió y se sentó en el suelo. Colocó su dedo indice sobre sus labios y miró al cielo. ¿Tanto le costaba decir un simple "si" o "no? No pensé en lo que pudiera decir Ioru de aquello, es más, me era indiferente, me la sudaba, me la repampinflaba ... No tenía ningún derecho a decir que no, puesto que estuviéramos en esa situación había sido culpa suya. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario