domingo, 19 de diciembre de 2010

"Esto no queda así"

El cuerpo del monstruo caería sobre nosotros en breve, pero mis piernas se paralizaron. Escuché la voz de Ioru a lo lejos, mis ojos llenos de terror le miraron fijamente. Lea cogió mi mano con fuerza y me arrastró todo lo que pudo para que no nos aplastara. A nuestras espaldas un enorme golpe se escuchó contra el suelo, haciendo que la piedra de este se agrietara e incluso se levantara provocando claros desniveles. Nos dimos la vuelta y una espesa capa de polvo y fragmentos de piedra envolvían toda la plaza. Inconscientemente respiré de aquel aire, provocandome un ataque de tos con el que no podía respirar. Finalmente la nube de polvo se disipó. A pocos metros yacía el cuerpo del ser gigantesco, y algo más lejos estaba Ioru acompañado.
Con cuidado, Lea y yo pasamos al lado del cuerpo sin vida, suplicando para que estuviera muerto de verdad y no se levanta justo en el instante en el que pasábamos a su lado. Una vez dejado atrás el monstruo, aligeré el paso, tenía demasiadas cosas que decirle a ese mamonazo de Ioru. No había mucho espacio entre el bicho y él pero sí el suficiente como para pensar todo lo que le tenía que decir, con sus puntos y sus comas. Una gota de sudor me recorrió la sien. Notaba los ojos de Lea escrutrandome con cierto temor, dejando un espacio de seguridad entre nosotros por si recibía él algún golpe inmerecido. Ya frente a Ioru, coloqué las manos en mis caderas y alcé la cabeza de modo brusco. Más le valía en estos momentos no reírse de mi estatura porque entonces recibiría un golpe mucho antes de lo previsto.


-¡Tú! ¿Así que aquí era donde te escondías? -grité-Maldito mamón, si no ibas a ayudarme no habérmelo dicho. Ahora, sin embargo, deberás cumplir con tu palabra. Además, ten en cuenta, que por mucho que huyas te encontraré, como ahora. Esto no va a quedar así, me cobraré de alguna manera. Debo de darle las gracias a Cid, sin él jamás hubiera llegado hasta aquí, y he de reconocer que...- pensé en las palabras adecuadas- es mucho más amable y majo que tú.- le saqué la lengua.


Cuando me di cuenta, Lea se estaba riendo detrás de mi ante mi último discursito, pero ante una fulminante mirada, aquella risa cesó de inmediato.

No hay comentarios:

Publicar un comentario