miércoles, 6 de abril de 2011

Recompensa.

El viento mecía nuestro pelo con suavidad. El crepúsculo parecía eterno y alcanzable visto desde allí. No me sentía así desde hacia mucho tiempo...

Me senté en el filo de la torre y deje las piernas caer. Lea no tardo en hacer lo mismo. Parecía emocionado por las vistas. Sin embargo, Reika no me quitaba los ojos de encima. Seguro que quería empujarme al vació en ese momento. No obstante, no dijo nada y se sentó con nosotros.
-Que vistas mas bonitas- Dijo Lea con una sonrisa.
-Mucha gente pasa el rato en este sitio. Parece bastante popular-Conteste.
Se produjo un largo silencio. La verdad, no me importaba. Me sentía bien después de todo.
-¿Has encontrado algún cuchitril para dormir o vas a ponernos a trabajar también toda la noche?- Dijo Reika, mirando al vació.
-Revise la mansión. No creo que de problemas. Así pasaremos desapercibidos. Pero antes...
Levante lentamente las manos. Lo que llevaba en ellas pareció sorprendió a los dos jóvenes. Lea sonrió como un niño pequeño y cogió uno de los helados.
-Pensé que después del trabajo... os merecíais una recompensa- Solté las palabras mientras acercaba uno de los helados a Reika.
Parpadeo, como si no diera crédito a lo que veía. Lentamente lo cogió y se lo llevo a la boca. El primero en reaccionar fue Lea, poniendo cara de asco.
-¡Esta salado!- Hice una pequeña pausa y su cara cambio- Pero a la vez dulce...
Le di un bocado a mi helado. El sabor era extraño. Recordé que yo también puse esa cara la primera vez.
-¿También lo has robado?- Dijo Reika mientras daba pequeños mordicos.
Lea nos miro, como si no entendiera lo que pasaba. Mire de reojo el collar que llevaba. Así que esa era la imagen que le había dado...
-La verdad... es que no sois los únicos que habéis trabajado esta tarde- Dije, intentando ocultar una sonrisa.
Los dos me miraron fijamente. Saque de mi bolsillo un pequeño monedero con platines. Leo volvió a sonreí.
-¡Somos un buen equipo!- Dijo, recuperando las fuerzas.
Reika lo miro y pude ver que se le dibujaba una sonrisa.
¿Equipo?
Cada uno volvió a su helado. Lea en ocasiones paraba para contarle a Reika algunas de sus aventuras en Vergel Radiante.
Finalmente, miro al frente y miro el solitario palo, único rastro del helado.
-Este momento es perfecto. Algún día, volveré aquí con mis amigos. Y me comeré todos los helados que pueda hasta que explote- Lea se empezó a echar hacia atrás, tumbándose.
-¿Y no me vas a invitar?- Reika se acerco peligrosamente, dispuesta a hacerle la mas antiguas de las torturas.
-Yo creía que vosotros estabais en la categoría de amigos- Dijo, intentando protegerse mientras ser reía.
Mientras Reika le hacia cosquillas, yo los mire de reojo.
¿Amigos?
Mire al frente. Sin que me vieran, una sonrisa apareció en mi cara.
Quizás después de tanto tiempo...

La puerta principal se abrió con un chirrido.
-Parece que no ha sido habitada desde hace tiempo.
-Eso parece...
Me adentre lentamente. Estaba ligeramente iluminada. Esa mansión...
-¿Y donde se supone que vamos a dormir?- Pregunto Lea, mirando a todos lados.
-Creo que hay varias habitaciones. Vamos a ver si encontramos algo cómodo para dormir.

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